“Tres años y medio de interacción permanente con el dolor. De estar ahí, en el territorio, siguiendo huellas que espantan. Un día acá, otro allá. Siempre en la senda de la investigación. Mimetizándome también. Para entrar en la cabeza de quienes definen de qué manera viviremos durante la próxima hora, el año siguiente, la próxima década.”

Así adelantó el periodista argentino Patricio Eleisegui su próximo libro, el cual llevará como título AgroTóxico, en referencia a los productos que el agronegocio prefiere nombrar con el eufemismo “fitosanitarios”, como negación absoluta de la razón de ser de estos: envenenar. Porque como ya advirtió el mismo autor en 2014, estamos Envenenados.

“La palabra Agrotóxico refiere a la carga simbólica que tienen los agroquímicos o “fitosanitarios” en la salud de las personas y en la agricultura y la biodiversidad. Tiene una correlación con los organismos del estado que niegan este daño“, explicó Eleisegui en comunicación con El Federal.

AgroTóxico se encuentra en etapa de edición y saldrá a la venta en marzo de 2018, con más de 430 páginas que evidencian la situación de contaminación agravada en la que se encuentra nuestro país, sobre todo en la provincia de Entre Ríos y en Misiones.

En este libro podremos encontrar la información científica existente que comprueba dicho grado de contaminación, el cual es deliberadamente ignorado por las autoridades, y entrevistas a los diferentes actores involucrados en el negocio de los agrotóxicos, como el empresario sojero Gustavo Grobocopatel, ejecutivos de la multinacional Monsanto (creadora del peligroso herbicida glifosato), funcionarios del gobierno, y directores del agronegocio en la universidad pública, quienes “detallan el plan que hay estipulado para la Argentina de las próximas dos décadas y por qué desalientan las evidencias científicas“, indicó Eleisegui.

“¿Adónde vamos, enfermos como nos están dejando? ¿Adónde nos están llevando? ¿Quiénes nos están llevando?”, se pregunta el autor de AgroTóxico, y lo responde en un libro que será una importante evidencia de que no es cierto que se puede envenenar con responsabilidad.

Por Matilde Moyano