2017: UN AÑO COMPLICADO

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El que iniciamos será un año de desafíos, pero nos encontrará con más experiencia y más información.                 Durante el tiempo transcurrido desde que comenzamos nuestras luchas hemos aprendido muchas cosas, en primer lugar que los problemas a enfrentar son cada vez más duros porque la sociedad que hemos construido los hombres de hoy se basa en una utilización irresponsable de los elementos de la naturaleza con el único fin de ganar dinero a costa de lo que sea.

La cuestión no es solo contaminar o alterar los bienes naturales, la cuestión es no pagar los costos de lo que destruimos en nuestro afán de ganar dinero.      Externalidades negativas llaman los economistas a estas acciones de las unidades económicas que transfieren a la sociedad los costos ocultos de sus actividades empresarias.

Ejemplos sobran; solo en nuestra región tenemos como para escribir un tratado completo de estas agresiones que están destruyendo la naturaleza y la vida.

Un modelo económico de producción agrícola al que hemos llamado de agricultura industrial que envenena suelos, acuíferos y por sobre todo la vida en general, especialmente la humana.

Y que según hemos comprobado en estos días ya no solo se trata de damnificados directos, sino que también está alterando la geografía global provocando catástrofes  colosales por las inundaciones que destruyen pueblos y patrimonios, y que ahora sabemos que incluso, como un perro que se muerde la cola, están destruyendo las mismas cosechas que en teoría ‘justifican’ el modelo.

La profundización del modelo celulósico que ha tomado por asalto nuestro vecino Uruguay y que espera agazapado la oportunidad de llevarse también las tierras entrerrianas, si se deroga la llamada Ley de la Madera que, ahora sabemos, no solo protege nuestra industria regional sino el carácter soberano de nuestro territorio que podría ser enajenado por capitales foráneos y puesto en función de un saqueo inmisericorde de su atributos y aptitudes.

No menos importante es la cuestión local donde ha estallado la controversia entre el interés privado y el público como lo ponen de manifiesto los proyectos inmobiliarios que promueven la destrucción de los humedales que soportan los periódicos embates del río sobre la ciudad, como es el caso del malhadado proyecto Amarras.

O la cuestión de los peligrosos vertidos de las industrias radicadas en nuestro Parque Industrial que derivan a la planta depuradora que abastece de agua potable a la ciudad, planta que no está preparada para procesar las substancias en cuestión, que luego enferman a los desprevenidos ciudadanos que las destinan para consumo humano.

Detrás de todas estas cuestiones la problemática de fondo es siempre la misma: alguien gana dinero contaminando y afectando impunemente la vida ajena.

Pero los afectados cada vez estamos más enterados y más indignados por estas circunstancias.

El desarrollo de estos conflictos que apenas son un modesto esbozo del inventario de problemas que enfrentaremos auguran una confrontación cada vez más frontal, los resultados de la lucha están por verse durante este 2017 que estamos comenzando a transitar juntos.

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